Monday, December 15, 2008

Subí pibe... subí

Finalmente me encontraba listo para salir.
Ya estaba desayunado, bañado y cambiado... La mochila en orden.

Nuestro protagonista sabía que durante toda la mañana había estado perdiendo el tiempo.
Era temprano... ¡en algún momento realmente lo era! pero por alguna razón desconocida y misteriosa los instantes se fueron esfumando sigilosamente.

Sin darse cuenta otra vez se le hizo tarde, la aguja del reloj no mentía...
"Son las 7:51", es el pensamiento que voló por su mente luego de fijar la mirada en su muñeca.
Y el tren pasará puntual por la estación a las 7:53...
En cualquier momento se escuchará la bocina de la locomotora riéndose de él y su mala puntualidad.

"No hay chances..."
Solo dos minutos quedaban para transitar vertiginosos trescientos metros, mitad civilización, mitad campo hasta la parada del ferrocarril.

Empecé a correr, aún pensando que mi esfuerzo no tendría mucho sentido, pero valía no esperar otros 34 minutos.
Una misión virtualmente imposible que desafiaba los límites de mis reflejos matutinos.
Tal Coyote persiguiendo al Correcaminos el tiempo seguía pasando...



Se divisa a lo lejos la vieja y modesta estación, con su visitante de turno entrando ya, puntual, a paso ligero...
Fue ahí cuando maldije los dos minutos que habré perdido haciendo quién sabe qué pelutodez...
Valiosos segundos que significaban la diferencia entre encontrarme arriba del tren... o abajo.

La formación arranca y su velocidad impone respeto.
Haber llegado a la meta no alcanzaba... Mis esperanzas se desvanecían.
Me estaba quedando solo en el andén... solo yo y mi reloj.

Pero de repente, algo mágico sucede. No se bien por qué.
Quizás alguien haya observado atento mi fabulantástica pseudo-maratón, o la expresión de desilusión en mi rostro.
Escuché un silbato... y el tren con pesadas ruedas de trayectoria en aceleración se fue deteniendo.

Levanté la mirada...
El guarda me miró y me dijo: "subí pibe... subí"

Saturday, December 13, 2008

Pequeños detalles...

Hoy estuve dando vueltas por el barrio de La Boca, en Buenos Aires.
Hacía mucho tiempo que no pasaba por ahí, quizás tendría diez años la última vez que fuí, acompañado por mi viejo. Entre otras cosas aproveché para pasar por el estadio de Boca, y me quedé pensativo al observar un detalle curioso.


Quizás a otra persona no le hubiera llamado mucho la atención...
Caminando por la calle Brandsen, se puede ver un paso a nivel, con la base de lo que parece una barrera que no está, y una vía en aparente abandono... cortada por una reja de un lado y algo maltratada del otro.
No me dió la sensación de que un tren pudiera transitar con las vías en ese estado, y además me pregunté si realmente éste podría pasar a solo centímetros de la pared de la Bombonera.




Me puse a investigar, y realmente era así! Encontré una foto que lo grafica.
Se trata de un tren en el año 1999 pasando pegado a la cancha de Boca.



Según tengo entendido era un ramal de cargas del ex-ferrocarril Roca. No tengo idea si sigue funcionando.
Y leyendo, también me enteré de que "Caminito", un pasaje turístico a solo 400 metros de ese lugar, era en realidad a principios del siglo XX solo un tramo de vías de un servicio a La Plata.
Al cerrarse el ramal, el sitio quedó en estado de abandono, para que en el año 1950 un vecino y artista del lugar, Benito Quinquela Martín, fuera el precursor de la limpieza y recuperación del terreno.
















Increíble el contraste entre el lugar dónde se ve al hombre de negro y el Caminito de estos días.


La historia de los ferrocarriles en Argentina es muy interesante.
Refleja las vivencias de los últimos años del siglo XIX, y los primeros del XX, épocas en las que el tren crecía al nivel de las mayores potencias del mundo y los inmigrantes llegaban para formar lo que hoy es nuestra cultura.
A veces me da nostalgia e impotencia ver la desvalorización en que cayó el tren, la forma en que viajamos, y la cantidad de ramales que desaparecieron, dejando estaciones y pueblos enteros en el camino.