Last train to Temperley

Es de noche y, para muchos, bastante tarde.
La Estación San Justo se encuentra casi vacía.
Nuestro contexto es adornado por una bandera de la patria y un lindo cartel que acusa la presencia de una boletería que hace años no funciona.



La poca gente aquí presente se está impacientando, y no es para menos... el último tren a Temperley ya lleva 16 minutos de retraso.
(Demasiado si pensamos en el Art. 61º del Reglamento General de Ferrocarriles)

Finalmente, a lo lejos se escucha una bocina y vemos la esperada luz cada vez más brillante.
Son las 21:55 y aparece la vieja locomotora con sus tres vagones, guerreros de la rutina.



Yo no viajo hasta Temperley, mi destino es mucho más cercano...
Recién salgo de la UNLaM y me dispongo a retornar a casa.



Subo al furgón y, una vez que arrancamos, me dispongo a responder un SMS mientras reflexiono en la oscuridad.
Algunas cómplices lamparitas todavía encienden para que yo deje de criticarlas.



Otros corren con un poco más de suerte, aunque su posición no es mucho mejor.
Una familia con muchos chicos y algún solitario joven llevan sus gastadas bicicletas y carros de cartón.
No pagaron boleto, pero nadie se los reclama.



Probablemente a ellos no les importan los goles secuestrados o discursos demagógicos.
Puede que piensen que el sistema los posterga de una cruel forma, su realidad es muy distinta a la que muestran los diarios.

Si mirara en un espejo también me daría cuenta que esa realidad es distinta a la mía, a pesar de que compartimos el mismo vagón. ¿Debería considerarme afortunado?

Mi corto viaje se termina. Me bajo en Tablada.
Una sola estacíón y seis minutos son suficientes por hoy.



Antes de irme me doy cuenta que hay una luz prendida y una puerta entreabierta en el andén de enfrente. La curiosidad me llama.
Un operador ferroviario y un empleado de seguridad toman mate y juegan a los naipes...
(¿Será muy dificil ganarse premios de esa manera?)

No hay muchos muebles.
En un rincón una mesita, una silla rota y un poster con mujeres semi-desnudas que decoran la pared.



Mañana será otro día.



Mientras tanto, desde la pared, Nuestra Señora de Luján les desea a todos un Felíz Viaje.
Que así sea.